Empezó a adentrarse, hasta que ya no podía volver, se había perdido en medio del bosque con su perro y desconocía el camino de vuelta.
El chico no supo qué hacer, así que se sentó, rodeó sus piernas con los brazos, colocó la cabeza entre éstas y comenzó a llorar desconsoladamente. El pequeño no podía parar, lloraba y lloraba hasta que no salieron más lágrimas de sus ojos. Tomi quedó dormido acurrucado en un montón de hojas con Osi de almohada. Esa noche hacia un frío especial, más que ninguna noche. Los habitantes del pueblo presentían que algo estaba pasando en el bosque.
Cuando Tom se levantó Osi no estaba, éste empezó a correr por todas partes gritando el nombre de su perro:
-¡Osian! ¡Osi!-Las palabras que salían de su boca se clavaban en su mente como cuchillos.-¿Dónde estas pequeño?-Las lágrimas volvían a resbalar por la pálida piel de su cara.-Vuelve aquí, te prometo que te cuidaré mejor, saldremos mas veces todos los días, jugaré contigo siempre que quieras...-Siguió llamando pero solo se oía su voz en todo el bosque.
Calló al suelo de rodillas demasiado cansado. Ya no podía más. Había perdido a su perro. Quedó dormido después del doloroso día. Pero entonces, se escuchó un lloriqueo, lejano, parecido al de un bebé. Y de repente y sin darse cuenta, el niño estaba corriendo hacia el leve sonido. Pronto llegó a su destino, el pobre perro estaba desangrándose en medio del bosque, algo o alguien le había clavado un objeto punzante.
-No te mueras, estaremos bien, por favor, cúrate.
Tom se quitó su camiseta, arrancó una de sus mangas y se la enrolló al perro en el pecho, para taponar su herida. Tomi se la limpiaba con el agua del río cada 5 minutos, pero aún así no paraba de sangrar. Osi cada vez estaba más y más débil, ya casi no podía respirar.
-Osi-decía con voz temblorosa mientras el perrito gemía con fuerza- Pequeño, por favor, dime que no te pasará nada, que vas a seguir aquí conmigo, que no me dejarás...
Pero en ese momento algo se movió, el cachorro dio el último ladrido, lamió la cara a su joven dueño y cerró los ojos para siempre. Al chico se le volvió a empapar la cara de lágrimas. Pero entonces, de la nada, empezaron a salir unas lucecitas de colores verdes, amarillas y blancas. ''¿Hadas?'' pensaba, ''no las hadas no existen'' pero...
-¡¡¡HADAS!!!-Dijo asustado y sorprendido a la vez-¡Imposible!
-Sí, es posible, míranos, somos hadas y hemos observado todo lo que has hecho desde que entraste en el bosque y, gracias a tu gran valentía, te concederemos 2 deseos, pero ¡cuidado! solo tienes 2, no los malgastes.
-¿Puedo pedir lo que quiera?-dijo algo intrigado.
-Por supuesto.
-2... mmm... Deseo recuperar a mi perro y volver a casa con mi familia.
- Muy bien, te guiarán unos duendes a tu pueblo y tu perro se recuperará con el tiempo.
Y así pasó, el perrito volvió a vivir y los dos están a salvo en casa. Pero cuenta la leyenda que todo el que entre en el bosque no tendrá la misma suerte que el pequeño Tomi Tomlinson.
Colorín, colorado, esta historia ha finalizado.
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