Érase una vez unos pequeños
lobos que se quedaron solos en su choza porque su mami fue a cazar. Esta les
advirtió de un pequeño y travieso cabritillo que andaba cerca. Ellos se rieron
y dijeron:
-Jajaja somos ¡SIETE LOBOS! y
él ¡UN CABRITILLO! Tranquila mami que si lo vemos por aquí nos lo zamparemos.
La madre se fue un poco
preocupada pero confiando en sus pequeños lobitos.
Mientras, el pequeño
cabritillo se escondía detrás escuchando todo y aprovechó para entrar y robar
la comida.
Los lobeznos al principio no
lo veían, pero al cabo de un rato lo detectaron comiéndose las sobras de su
comida y fueron a por él.
-¡El cabritillo! ¡A por él! –
gritó uno de ellos
-¡Ups! ¡A correr se ha dicho!
– Dijo el cabritillo
El pequeño corrió en zigzag,
saltó en cima de ellos… ¡HIZO LA CASA PEDAZOS!
Esta quedó destrozada, los
lobos ya no sabían a donde correr ni que hacer.
-¡Quien iba a decir que un
cabritillo se nos iba a escapar dejándonos agotados!- Dijo el más mayor
lobezno.
Cuando mamá lobo entró a su
casa se quedó asombrada y no se creía lo que sus hijitos le contaban.
Al final los pequeños fueron
castigados por formar tal desastre y el cabritillo salió sano y salvo hasta que
su madre cabra se enteró de lo que había hecho y le calló una buena también.
En conclusión: Hagas lo que
hagas siempre te pillaran y como el refrán dice “se pilla antes a un embustero
que a un cojo”